viernes, 31 de agosto de 2012

Por marcar tarjeta.

Marcó tarjeta.
Salió del edificio de oficinas donde trabajaba con una sensación de alivio.
-Un día menos para que llegue el viernes.- Pensó.
Caminó hasta la estación de subterráneos.
Pasó su tarjeta magnética por la lectora de los molinetes instalados recientemente, con entusiasmo.
-Espero que no vaya mucha gente y que pueda conseguir asiento.-Pensó con una mezcla de inquietud y ansiedad infantil.
Viajó sentado.
Bajó del tren, caminó el largo anden de la estación hasta la salida mecánica intentando recordar de que lado de la avenida salir y si la escalera mecánica funcionaba.
La escalera mecánica funcionaba.
Caminó hasta el Banco angustiado por la posibilidad de que el cajero no contara con efectivo, o si estaba roto, o si en el peor de los casos le retuviera la tarjeta.
El cajero funcionaba bien, perfecto, y pudo extraer el efectivo que quería en la denominación que mas necesitaba.
Caminó hasta el edificio, un poco preocupado porque en el barrio habían ocurrido algunos casos de inseguridad.
Llegó sin ningún problema. Abrió el portón de acceso y dejó a sus espaldas una calle, una ciudad, en plena actividad.
Llamó el ascensor, molesto porque cada día funcionaba peor.
El ascensor estaba esperándolo en la planta baja.
Abrió las dos puertas, marcó su piso y bajó.
Caminó por el pasillo hasta su departamento. Abrió firmemente la puerta.
Su pasaporte fue marcado en migraciones.
Unos días después su esposa aparecía ahorcada con el cable de un velador con signos de una feroz golpiza.



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