lunes, 30 de agosto de 2010

El efecto "cepillo de dientes"

De IEco / Clarin.com
El “efecto cepillo de dientes” (o por qué amo a mis ideas)


Cuando una idea presenta problemas, resulta muy peligroso confiarle el 100% de la solución al creador del sistema original, por los sesgos asociados que le quitan flexibilidad.


La historia es real, pero se va a preservar el nombre del consultor en cuestión (en adelante, “X”) y su rubro de actividad para no incinerarlo. Luego de llegar a lo más alto de la escalera corporativa en una empresa del exterior, “X” resolvió dedicarse a la asesoría independiente. Su nicho más rentable, por lejos, es el de los “work shops” que da a cuadros gerenciales. De estos eventos intensivos, que suelen durar dos días, se supone que debería surgir alguna idea brillante, o al menos lo suficientemente buena para justificar los abultados honorarios del consultor y el costo de oportunidad de los dos días de trabajo perdidos de los ejecutivos en cuestión.




Sin embargo, a menudo sucede que a los gerentes no se les cae una idea ni que los obliguen. Luego de un par de experiencias frustrantes, “X” descubrió que es muy útil llevar una “idea pre-horneada”, deslizarla en forma disimulada y esperar a que alguno de los gerentes (cuanto mayor su rango, mejor) “pique” y la enuncie como propia. No sólo el work shop terminará con todos más contentos, sino que las chances de que la idea se implemente en la empresa crecen considerablemenre cuando se trata de un “hallazgo in house”.



El sesgo de “exceso de apego a las ideas propias” viene siendo estudiado desde hace una década por psicólogos y economistas del comportamiento, y puede llegar a producir daños tremendamente costosos.



En su libro “Blunder”, Zachary Shore identifica ilusiones cognitivas en metidas de pata históricas. Una de las más documentadas es la de la persistencia de Thomas Edison en boicotear la corriente alterna del serbio Nikola Tesla, que incluyó una feroz campaña de relaciones públicas. El excesivo apego de Edison a la corriente contínua, su invento, lo encegueció y no le permitió advertir que finalmente la alternativa de Tesla era mejor y se impondría.



El experto en economía del comportamiento Daniel Ariely llama a este sesgo “efecto cepillo de dientes”: todos queremos uno, todos necesitamos uno, todos lo tenemos, pero nadie está dispuesto a usar el del otro. Y lo mismo sucede con las ideas.



Una de las recomendaciones que se derivan de este campo de análisis es que, cuando una idea presenta problemas, resulta muy peligroso confiarle el 100% de la solución al creador del sistema original, por los sesgos asociados que le quitan flexibilidad. De haberlo sabido antes, ¿Se hubiera llamado a Domingo Cavallo para que reflotara “su” Convertibilidad en 2001?



Atento a esta ilusión cognitiva, el consultor “X” lleva en su netbook ideas pre-digeridas, que despliega al terminar sus eventos con ejecutivos como los cocineros de la TV que muestran al final cómo queda el plato armado, más allá de las desprolijidades previas en la cocina. La frutilla del postre: “Felicitaciones, señor gerente de finanzas, marketing, recursos humanos o lo que sea: ¡Qué maravillosa ocurrencia ha tenido!”. Y ojalá usted haya disfrutado esta columna, como sucede, al fin y al cabo, con todas mis ideas.

miércoles, 25 de agosto de 2010

para no perder la costumbre...

Me gusta escribir sobre cosas (en realidad escribo sobre papel o sobre el teclado y después no sé)...sobre cosas que me pasan. El tema es que a veces no me pasa nada, permitiéndome coquetear con esa calma y tranquilidad que lo cotidiano obsequia. El punto es que tengo que satisfacer (mal, bien o mas o menos) la pulsión de escribir. Entonces decido libremente entre hacer "algo" o escribir sobre algo que me pasó antes de que no pasara nada.


Así que...para no perder la costumbre, hoy pensaba repensar un par de cosas y plasmarlas por acá. A decir verdad no sabría por donde empezar, y como para refinar el proceso cognitivo descripto anteriormente (faaaaaaa!!) se me ocurrió este ejercicio de buscar entre mails viejos alguna foto adjunta y ver que se me viene a la mente, algo así como un recorrido inverso por los laberintos de la memoria sensorial (bueno...me bajó en la próxima, sí, en el semáforo).



De esto me acuerdo más o menos bien, aunque no fue hace tanto tiempo, corría el año 2007, en esos tiempos estaba de moda usar una cebolla colgada del cinturón y para detener un colectivo bailábamos el hula-hula. Fue un 9 de Julio precisamente, unos días antes había cumplido 28 abriles (decir "cumplí 28 Julios" suena muy aputazado la verdá, me gusta decir "verdá" porque suena mas sincero, es una verdad mas verdadera...igualmente fluctuar en un debate sobre "que es verdad...?" puede resultar peligrosamente contradictorio, subversivo, incluso psicobolche), ingenuamente tenía la percepción de que tener 28 implicaba que los radicales libres estaban haciendo estragos y que el envejecimiento era inminente e inevitable. Ya era un desastre inclaudicable, en un nivel personal.

Ese 9 de Julio, Independence Day (en inglés con justos motivos) en Argentina, empezó haciendo un frío de cagarse, de esos fríos que hacen que los huesos duelan y que salpicarse con pis mientras meas en un árbol parezca groseramente placentero (es grosero escribirlo a decir verdad, pero tampoco es que me lee tanta gente), de esos fríos a los que la mayoría de los barriales pelotudos como yo no estamos acostumbrados, los barriales estamos acostumbrados a los fríos pelotudos.

A eso de las seis y media, siete de la tarde empezó el suceso, la anomalía, la "cosa rara" de la jornada.

Una llovizna que en un principio se pensó (en especial la mayoría de los chimpancés de la burguesía, trémulamente preocupados por sus territorios móviles) se convertiría en granizo (cuando pienso en la palabra granizo, por esas cosas raras caigo en el acto fallido de que se me escape "graznido"...y grazno). Pero no pasó nada, como hoy que por algo escribo sobre cosas del 2007. Y nevó. Nevó en Buenos Aires, vaya a saber desde cuando no nevaba por estos lados de clima macanudo. Ojo, primero parecía como esa capa de hielo que se queda pegado al costado de las botellas de birra burra cuando la dejas mucho tiempo en la heladera. Y después nevó. Por un par de horas al atardecer y a la nochecita.

Y más allá de lo sorpresivo del fenómeno las particularidades del caso resultaron ser otras más...particulares. Como por ejemplo eso que permitía que aquellos que por razones socioeconómicas tienen vedado el ingreso a lugares como Las Leñas o Bariloche o cualquier centro de ski, ese 9 de Julio podían hacer un muñeco de nieve. O de como la típicamente ordinaria Mise en scène pequeño-burguesa encontraba la dicha y el sosiego sacándole fotitos con el celular a sus camionetas cuatro por cuatro. O de como a la hora de elegir en el armario con que vestimenta salir a enfrentar la gélida cortina de frío callejero, uno podía seleccionar cualquier cosa, siguiendo criterios mas bien eclécticos. Estas cuestiones particulares y dispares entre si le daban a ese aire blanco del 9 Julio, un tintura democrática. Si. Era una "democracia meteorológica".





domingo, 22 de agosto de 2010

1, 2, 3...

En Octubre va a realizarse un censo , la pregunta del millón es si la otrora maestra "buena onda" haciendo de censista será reemplazada por barrabravas....?

jueves, 19 de agosto de 2010

viernes, 13 de agosto de 2010

Irremediable

Carlitos estaba en la plaza con nosotros, con sus mejillas rojas nos ofrecía la permanente sensación de que acababa, o se estaba por mandar alguna picardía. Carlitos era bastante travieso. Lo conocíamos desde hacía un tiempo, ya ni nos acordábamos desde cuando. Era parte de nosotros ya. Éramos uno. Éramos un todo.


En fin...estábamos ahí nomás. Haciendo lo de siempre. Fue cuando Carlitos interrumpió nuestro silencio.

-Los conoce alguien a esos...?.- Con el mentón nos indicaba unos pibes que estaban con un enano. No jodían a nadie los pibes. Pero todos queríamos un enano y no habíamos conseguido esa tarde por lo de la recientemente temporada de escasez de enanos.

Nos quedamos en silencio, prevenidos de vernos implicados en algo.

Volvió a quebrar la monotonía de nuestro silencio pasivo.

-Ustedes vayan para allá...después córtense en dos y sigan otra ruta...hagan una "T"...entienden...?.-Nos decía mientras gesticulaba con sus manos y sus cachetes pecosos.

Resultaba inevitable que algo estaba por suceder. Carlitos ya estaba en acción y no había vuelta atrás.

Por lo menos nos daba una vía de escape. Al menos por el momento, un tranquilizador halo de seguridad parecía cubrirnos en ese cielo despejado del campito del costado de la vía.

Cumplimos con sus indicaciones y nos fuimos para el lado del árbol caído, un poco más lejos.

Carlitos se quedó solo. Los pibes del enano para mí que algo sospecharon. Y conociéndolo a Carlitos, para mí que lo que el pretendía era precisamente eso, que los pibes sospecharan. Que se pusieran un poco ansiosos, nerviosos, se quedaban solos, con un enano y el siempre inoportuno Carlitos.

La idea era simple. Simular "una acción", "una intervención", "un procedimiento", en concreto impersonar a la autoridad, tan inoportuna como Carlitos. Y robarse el enano. Todo regido por la ambigüedad de la particular moral de Carlitos.

-Hola chicos...que tal...?-Sin detener su paso encaró nomás

Vaya a saber que interpretaron los pibes. Lo cierto es que se quedaron congelados. Eran la manifestación misma de la expresión "factor sorpresa". No entendían de qué iba la cosa. Pero lo que asumieron de inmediato fue que Carlitos era de la autoridad y que estaban hasta las manos.

Igual no importa mucho lo que pensaron, Carlitos apuró lo tramites.

-Qué estás por hacer!!...-Su alarido terminó por anular a los pibes. De inmediato les empezó a dar electrochoques con una pistola eléctrica.

-Dámelo, Dámelo!!! Donde lo tenés! Adonde mierda te lo metiste pelotudo...!- Continuaba su práctica anti-Zen Carlitos.

Cuando la paciencia de Carlitos se estaba por terminar, ya que todo esto no era nada, logró arrebatarles el enano.

Con los papeles sellados se dispuso a evadirse. Lo vimos llegar con el enano abajo del brazo y una expresión entre agitada y melancólica. El enano sería otro souvenir.

domingo, 8 de agosto de 2010

o sea que por eso se llamaba G.I. Joe...?

De Wikipedia, la enciclopedia libre

G.I. es un término que describe a los miembros de las fuerzas armadas de Estados Unidos, sus elementos o sus equipos. Puede ser usado como sustantivo o como adjetivo. El término se utiliza ahora como una sigla de "Government Issue" (o, a menudo de forma incorrecta, General Infantry, "Infantería General"),[1] pero originalmente refería a galvanized iron ("hierro galvanizado"). Las letras "G.I." se usaban para designar a los equipos hechos a partir de hierro galvanizado, tales como botes de basura de metal, en los inventarios del Ejército de EE.UU. y los registros de abastecimiento. [2] [1] Durante la Primera Guerra Mundial, los soldados de USA se referían con sorna a los proyectiles alemanes que caían como "GI cans" ("latas de GI"). En esa misma época, "G.I." comenzó a ser interpretado como "Government Issue" (suministro del gobierno) y pasó a ser adjetivo de cualquier cosa que tenga que ver con el Ejército.[1]

jueves, 5 de agosto de 2010

Voy a poner un Temita...

Uno de los comentarios decía..."si alguna ves, como raza, conocemos formas de vida extraterrestre esta sería la canción con la que deberíamos presentarnos". A ver.

Sobre mi bufanda

Mi bufanda me gusta.


Mi bufanda me gusta porque es rayada. Esas rayas que tiene parecen los barrotes de una celda imaginaria que aprisiona al objeto. Y eso pareciera resaltar el valor del mismo. Esas rayas me recuerdan la imagen de una cebra que corre por la sabana africana. Que corre por esas praderas como expresión manifiesta de su propia libertad. De si misma.

Mi bufanda me gusta. Es rayada.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Dancing with the wet

Joseph Jawangue recibió con sorpresa su designación como guardián del Fuerte Resignación, una posta un tanto alejada del Río Huela. Aceptó la propuesta tal y como era su costumbre, aceptar las cosas, sin someterlas a debates innecesarios de conciencia.


Los Sandies, unas criaturas mitad wanatu y mitad hoja de parra, se ocultaban a su manera, dando a entender que en realidad estaban presentes. No había mucho que hacer, el deterioro era palpable.

Los desafíos se concentraban en diversos aspectos, lo inhóspito de la naturaleza, el clima, y los peligrosos Sandies no asimilados, estos últimos, necesaria e inevitablemente imprevisibles. En un nivel mas personal Jawangue debería conservarse a si mismo, sus creencias y sus tradiciones parecían ser su capital mas preciado...además del Fuerte. Resignación era la misión en última instancia. Y esta debía ser cumplida.

Por las noches soplaba con rabia un gélido viento silencioso. Su piel, trémula parecía agradecer al equipo con el cual contaba y su espíritu insoslayable parecía recordar por instinto las campañas anteriores. Eran los momentos en que utilizaba la Tele-ventana para sosegarse en un entretenimiento ecléctico, la observación y escucha de los sonidos e imágenes del otro tiempo.

La duración de los días se percibía de una manera sorprendentemente corta, lo que alcanzaba a cubrir los menesteres mínimos. O al menos a mantener una minuciosa planificación de los pendientes. El tiempo era un recurso tan preciado como el calor o el alimento que evitarían su natural expiración, dejando a su suerte al Fuerte Resignación sin otro motivo, sin otra razón de ser.

Sin embargo el tipo, por alguna razón, probablemente de raíz psíquica, iba desarrollando algo así como un sentimiento de pertenencia, salpicado por la critica diaria que hacía a los Sandíes y sus prácticas incestuosas cuando los divisaba desde la seguridad de la distancia. Fuerte Resignación parecía volverse minuto a minuto, su lugar en el plano. Ese mundo sobreviviente de la catástrofe catártica de la diaria vulgaridad, donde la devastación era un vaho permanente que impregnaba cada latido del alma.

martes, 3 de agosto de 2010

de "Que una lágrima en el mar" (Manés Sperber)

"...pero el no era libre de imaginar ningún tipo de futuro, de visualizar un mañana que no fuera ensombrecido por sus días pasados. No era libre de escapar de la intranquilidad de su propia existencia."
"...esperaba por paz, sin ninguna esperanza de encontrarla alguna vez, ni siquiera sabía que era lo que buscaba en realidad. Una y otra vez tuvo una visión sin sentido y que era la única que tenía un efecto sobre el, cercano al consuelo. Era un mundo sin vida, sin movimiento, un desierto de nieve en el cual ninguna luz caía, sobre el cual ningún cielo se extendía. El se vió a si mismo caminando este desierto - el único movimiento en este mundo muerto donde el tiempo no existía."
"...creía que la felicidad podría ser el objetivo y justificación de la humanidad...pero si el hombre no era nada - al menos otra cosa mas que un objeto de disgusto...entonces que significaría su felicidad o su justificación...? Pero si no era una cuestión de humanidad - entonces que se mantenía...?"

domingo, 1 de agosto de 2010

Adventure Land

Me paré a escuchar, solamente a escuchar, sin decir nada. Me gusta escuchar a estos personajes porque absorver de sus experiencias me permite aprender de un "modo seguro". Contaba de sus aventuras y de sus viajes. Había estado por acá y por allá. Había vuelto hace poco. Y que se yo. Me parece que no se adaptadaba del todo.
Así que bueno. Me quedé pensando. Si se va y no se adapta porque no pertenece. Si vuelve y no se adapta porque ya no pertenece mas. Para que se fué? O, mas importante, para que volvió ?