domingo, 16 de enero de 2011

Música de tía





Un Díscolo análisis de la TV de hoy.

La TV se contamina por el hervor de los reality


Gran Hermano y Soñando por bailar, en manos de los conductores de los ciclos de chimentos, marcan el destino de ese medio

Por Pablo Sirvén

El Trece consiguió con mucho esfuerzo, y con sólo dos décimas de ventaja, bajar a Telefé del primer puesto en el rating anual de 2010.
En la génesis de la crisis que fue enfriando de a poco esa señal, mucho había tenido que ver la pérdida de identidad que significó arrasar periódicamente dicha pantalla con la multiplicación excesiva de programas relacionados con el mediocre reality show Gran Hermano .
Pues bien: no sólo Telefé persiste en el error, sembrando en su actual grilla sucesivas conexiones con la "casa", sino que el flamante líder lo imita con reality propio: Soñando por bailar , un derivado más del programa hegemónico de la TV argentina, ShowMatch , más conocido ahora por su sobrenombre de "Bailando por un sueño".
Ambos ciclos - Gran Hermano y Soñando por bailar - superponen las viejas estructuras del programa de entretenimientos con participantes que se eliminan entre sí, con el género de la telenovela (se alientan intrigas, romances, alianzas y traiciones que potencian el clima de encierro), combinado con el más nuevo, y últimamente bastante dejado de lado, talk show (donde quienes intervienen aceptan contar con verborragia sus verdaderas o fabuladas intimidades). Así pivotan sobre un eje inquietante y cínico que fluctúa entre la realidad y la ficción. Una suerte de no lugar con gente que es y se hace.
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El reality también sin querer -recordemos que el precursor local fue Canal 13, con Expedición Robinson , en 1999, al que siguió al año siguiente, pero desde Telefé, la primera edición de Gran Hermano (que hoy atraviesa su sexta entrega)- vino a representar, en precaria metáfora, la inestabilidad laboral actual, donde perdura el más competitivo y dominante, en tanto quedan por el camino los que tienen menos luces y estrategias para sobrevivir. Pero no sólo los reality vienen a ser metáforas televisivas involuntarias del mercado de trabajo. Se diría que eso es lo que subyace.
Lo que es ostensible y enfatizado es su vocación marcada por el escándalo, donde lo sexual amaga histéricamente más que concreta y se monta un circo explícito de chimentos sobre sus ignotos participantes a quienes se pretende convertir en notorios sobre la base de la persistencia en pantalla y la burda representación de seudodebates que terminan forzando discusiones disparatadas y nimias. En ese contexto, a los periodistas no se les pide que ejerzan su oficio, sino que lo representen, en una parodia de análisis y de confrontación sobre lo que sucede dentro de las "peceras" de los reality shows y que den razones de por qué salen de ellas primero unos que otros.
La calidad de los personajes que pueblan la TV de los últimos años ha descendido tan dramáticamente que le urge refrescar esos deficientes cuadros cada vez más seguido. Los reality , en este sentido, son semilleros de semifiguras que satisfacen momentáneamente esa precaria necesidad con sus líos al paso. "Me convierto en lo mirado", decía Susan Sontag sobre la fotografía. Pero esa afirmación se ajusta aún con más precisión a la búsqueda afanosa de la menguante TV abierta en inmolar su decadencia en escándalos insignificantes. Sus personajes abortados terminan exhibidos como modestos trofeos de caza en las noches reventadas de algunos boliches de onda como manera de neutralizar al olvido que los acecha.
"El escándalo -anota Alejandro Seselovsky en Trash. Retratos de la Argentina mediática (Grupo Editorial Norma, Buenos Aires, 2010)- es la gramática con la que se escribe el relato continuo del trash televisado". Y agrega: "El mediático es un subgénero del periodismo de espectáculos, su subsuelo semántico, pero también su forma más efectiva de la pasividad, su discursiva más potente, la parte creciente que viene achicando las distancias con el todo que la contiene".
Tiene razón Seselovsky cuando afirma que el periodista tradicional de espectáculos (más cercano al mundo de la cultura) observa que "la galaxia mediática se ha vuelto un tumor de la industria y asiste horrorizado a su metástasis imparable".
El tratamiento de estos programas (tanto como se comportan los participantes como, especialmente, los comentarios que hacen sobre ellos animadores y panelistas de estos espacios) es casi infantil o apenas adolescente, ya que "se vende" que se miren, se toquen, se besen o pasen a mayores para incentivar el fisgoneo que asegura el rating.
"El adolescente -escribía la psicóloga Cristina Corea, en Pedagogía del aburrido (Paidós, Buenos Aires, 2010), prematuramente fallecida en un accidente- ha devenido el emblema general del tipo subjetivo de nuestra época. Es sobre todo porque el adolescente es el prototipo de lo cualquiera: ni niño ni adulto, pero también niño y adulto, según las circunstancias es el esquema mismo de la indefinición monótona que atraviesa de cabo a rabo la vida del consumidor mediático."
Un poco ex profeso, como antítesis de Pedagogía del oprimido , aquel clásico de Paulo Freire que inspiró a buena parte de la generación setentista, con sus denuncias de dominación desde una "praxis revolucionaria", Pedagogía del aburrido da cuenta de una involución todavía más desesperante, aunque más virtual que aquella, por efecto del "desfondamiento de las instituciones educativas" ante el impetuoso avance de la "subjetividad mediática e informacional" que arrasa códigos, modales y tradiciones sin que nadie se atreva a frenarla.
No sólo los programas de chimentos, que antes ocupaban un modesto lugar escondidos y encapsulados en las siestas televisivas, han adquirido relevancia al ser "exportados" a los horarios centrales de la TV mediante la epidemia de los ciclos de archivo que nos castiga desde hace añares y que lejos de ceder, se expanden, sino que los dos canales más importantes premian las performances nefastas de dichos envíos al poner a sus conductores más emblemáticos al frente de los mencionados reality .
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Empieza en la TV por aire una semana clave con la llegada de sendas ambiciosas ficciones nocturnas en los canales principales. Son teleteatros con continuidad que deberán luchar contra la dispersión que los reality shows inocularon en la audiencia en los últimos años.
¿Cómo debe interpretarse mañana la visita a la casa de Gran Hermano que hará el protagonista de El elegido, minutos antes del debut? ¿Potenciará al reality , a la ficción que comienza después, o a ambos? ¿O contribuirá a la "pasteurización" de la programación que todo lo mezcla y termina por volver parecidos a los diferentes?
psirven@lanacion.com.ar
En twitter: @psirven

jueves, 6 de enero de 2011

Vuelco Cerebral

Inocencia Sacrificada.Latente, inevitable, conspicuo, deliberadamente, pérfido, la tensa espera invernal del cigarrillo ni medio prendido ni medio apagado, ese amargo sabor de boca de los fantasmas del pasado persiguiéndonos en la madrugada solitaria. Ineludible martirio cotidiano.
Si. No. Ecléctico. Además Histriónico.