miércoles, 21 de julio de 2010

de Esto de la Comunicación...

Por ahí leí que "las palabras de un extraño son en realidad las palabras de un emisario, aún cuando este emisario no es consciente del mensaje que viene a darnos...", no recuerdo donde leí tan sabias palabras...creo que fueron de un rabino ficticio de una novela de los cincuenta, eso no importa, sospechosamente lo que en esa rara porción que la memoria se reserva para las sensaciones quedo grabada en mi ese extraño malestar que las paradojas imponen.


Volvía (o iba...?) en el 24 abarrotado de almas transeúntes en esta farsa llamada "Homo Urbanus" y supongo que el razonamiento anterior sumado a la voluntaria resignación del hostigamiento del transporte público se adueño de mi paquidérmico y residual estado mental del instante...de nuevo.

Había ruido de voces...gente que hablaba del futbol, gente que hablaba con el celular de nimiedades sin importancia, algún insulto proferido por lo bajo de parte del conductor, voces y ruido, sin embargo entre toda esa contaminación auditiva la voz de un bebé se alcanzaba a escuchar, tan tenue como suave, sus balbuceos incomprensibles parecían empecinadas en diferenciarse del resto de los sonidos del ambiente. La mujer que lo tenía en brazos, probablemente su madre, dijo:

-Tiene calor. -

Esos balbuceos chiquilines e infantiles significaban eso. "Calor", "Hambre", "Sueño".

Hace tiempo reflexiono sobre esto. Cuantos códigos pasan desapercibidos por nuestra parte. Que peligrosa esa dependencia que a pasito casi lento vamos desarrollando de formas artificiales de comunicación, sea el chiche electrónico de moda o la propia lengua hablada. Cuanto hay que puede transmitirse sin decir una palabra. Como hacía el bebé, con sus balbuceos demandantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario