jueves, 22 de julio de 2010

Anónimo

-Andá...no me importa...Hacete invisible, anónimo...es lo tuyo.- Le dijo, implícitamente excusándolo para que se retire.


Salió de la oficina con la boca pegajosa y amarga. Caminó el pasillo angosto hasta el lobby donde se encontraban los ascensores mientras pensaba, anhelando, si todavía estaba a tiempo de ser alguien más.

Tocó el botoncito para llamar al ascensor una vez. Se reprimió de tocar el botón nuevamente, eso no lo haría llegar mas rápido.

El ascensor llego desde los pisos superiores. En el segundo previo a que las puertas del mismo se abrieran, instintivamente se preguntó a quien se encontraría dentro. Se preguntó, con un poco de esperanza adolescente también, si ese sería el instante que definiría el resto de su vida, que definiera algo al menos. Se despertó del sopor con un pensamiento:

-Que importancia tiene, ahora soy invisible.-

El ascensor estaba vacío.

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