martes, 20 de septiembre de 2011

La Escuela de Atenas


Un fresco de Rafael donde Platón y Aristoteles discuten o debaten sobre la búsqueda de la verdad, Platón señala al cielo, mientras Aristóteles la tierra. Algunos analistas y críticos han planteado en esta imagen la antinomia y contraposición entre los métodos inductivos y deductivos. No obstante me parece interesante rescatar el cuadro general (mención aparte del autorretrato de Rafael en el costado derecho del cuadro, y del niño Jesús en el izquierdo, ambos mirando al espectador), con el resto de los filósofos, desparramados a su alrededor con expresiones de dolor, sufrimiento, desgano, curiosidad, depresión y hasta exaltación etílica.


Inevitable resultaría inducir (o deducir, según el espectador) un cierto costado auto-destructivo en la Filosofía. Ironicamente la etimología de filosofía es “amor por el saber”, y de nuevo, sea por inducción o deducción, podríamos concluir en cuatro cosas:

-El Amor es autodestructivo.

-El Saber es autodestructivo.

-El Amor por el Saber es autodestructivo.

-Las tres cosas a la vez.

Sobre esto último me viene a la mente un amigo, infante de marina (dato no menor, ya que desde una interpretación Kafkiana, ello implicaría que mi amigo proviene de un ámbito propio del “yo puro”), mi amigo decía “el exceso de pensamiento no es bueno”.

Para pensar no…?

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