martes, 5 de enero de 2010

Heroes Conurbanos

Me encontraba villereando por ahí, cuando un 147, que recorría la Avenida, a la velocidad que un 147 puede, estalla en llamas.
Con una sensación que mezclaba, diversión, lastima por el dueño del auto, y esa rara sensación de "a mi camino pasan cosas malas, debo ser alguna clase de Enviado del Destino, por DHL"; decido no moverme, como a mi alrededor se suman curiosos, presencio ese espectáculo que desde los tiempos mas inmemoriales fascinó a herreros, cazadores, gente que tiene una caja de Camel pero no un encendedor y a pirómanos (soy de la idea de que todos tenemos un pirómano dentro, pero eso es material para otra historia, mas Jungeana quizás). Superado ese lapsus de "cosa rara psicológica", salgo corriendo al comercio mas cercano, que, paradójicamente, era un natatorio, pido un matafuegos (probablemente no hubiera sabido utilizarlo) imaginando que por alguna clase de ordenanza municipal sería de obligada manutención, pero no, no tenían matafuego, probablemente porque, el hecho de tener una pileta llena de agua, exime de cualquier posibilidad de 'declaratio ignis".
El conductor, acompañado por su pequeña hijita, en estado de shock, descendió de inmediato del inutilizado vehiculo, con la prontitud que el instinto de supervivencia promueve. Y es en el momento que intenta abrir el baúl, cuando parece recordar, probablemente con un fuerte sentimiento de culpa o de al menos "uy que boludo juju", que no contaba con el obligatorio accesorio vehicular necesario en estos casos. A los curiosos se suman una serie de "habitantes conurbanos", linderos al "FIAT en LLamas" (frase sin intenciones publicitarias) y es ahí cuando esta atracción local parece llegar a su fin, de la mano de baldes llenos de agua (por alguna de esas folclóricas razones recordé en ese momento la frase "un vaso de agua no se le niega a nadie", me imagino que un balde a un auto en llamas, probablemente menos). No obstante fue más o menos en este momento cuando se les cantaron las pelotas a los Bomberos Voluntarios hacer su arribo. Naturalmente, al constatar que el foco ígneo ya era poco mas que otra anécdota avellanedense más, no pudieron ocultar su mueca de decepción. No obstante, un rato se quedaron a joder el transito. A continuación, cuando las pelotas de la Policía Bonaerense cantaban como los "Tres Tenores", llegó "la leyyyyy", con todo su despliegue de impunidad uniformada. La llegada de “la garantía del Estado en el monopolio de la fuerza y el uso homeopático de la violencia” para mí representó, como una secuencia de eventos, mi partida, rauda, ante las eventuales inequidades a las que a este simple relator pudiera verse sometido, por ejemplo, pedirme ser testigo, pedirme la camarita, romperme las bolas, etc.
Este escrito por mas grafico que haya resultado en la redacción de los hechos, como una suerte de "salamanería bloguera" incluye también contenido audiovisual. El cual fue filmado en vivo y en el lugar de los hechos, y que no tiene desperdicio.

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